martes, 9 de abril de 2013


El espanto inicial de los platenses por la tragedia que dejó más de medio centenar de muertos no tardó mucho en transformarse en bronca visceral. Pueden perdonar las catástrofes naturales, súbitas, irremediables, pero no la indolencia política, profundamente humana. La indignación apunta desde abajo hacia arriba, abarcando toda la pirámide de funcionarios, de la intendencia a la Nación, que una y otra vez desoyeron las advertencias. En La Plata hubo entre 2002 y 2010 cuatro inundaciones importantes, una más devastadora que la otra. Hubo numerosos planes, competentes proyectos, pero ninguno prosperó por mezquinos intereses o desvíos de fondos para iniciativas que daban más réditos en las urnas.
Esa desidia la terminó pagando la gente, que perdió lo que tenía bajo dos metros de agua. O peor, buscando a sus muertos arrastrados por la corriente.
Un rápido recuento de los hechos más importantes da una dimensión del problema. El27 de enero de 2002 la ciudad se conmovió por una inundación que la sumergió casi por completo: cayeron casi 80 milímetros en una hora. Más de 70 mil personas tuvieron que buscar refugio en los centros oficiales. El intendente en ese momento era Julio Alak, el actual ministro de Justicia. Dos años después, para prevenir otro desastre similar, un equipo de expertos le presentó un plan de obras hídricas, con alcantarillado y desagües que tenía como eje la cuenca del arroyo El Gato. 
nuestra fundacion quedo solo con las instalaciones el agua arraso con todo los  que habia en el deposito oficinas y cocina comunitaria no tenemos agua el pozo ciego lleno de barro sin colchones, alimentos y es mas arranco 5 casillas de raiz no quedo ni el piso  es desesperante nos falta de todo muebles, camas gas una bomba de agua pañales leche electrodomestico ,etc la misma 
historia se repite el 2 de abril de 2013 donde perdimos todo y nadie nos ayudo.

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